El judaísmo enfatiza que la fe en Dios (Emuná) permite a las personas vivir en el presente, dejando de lado las preocupaciones sobre el futuro. La Emuná es un potencial presente en todos, pero su desarrollo depende de la elección individual de cada persona.
” Te alegrarás con toda la bondad que te dio El Eterno, tu Dios….”. Deuteronomio. 26:11
La Tora nos ordena la mitzvá de estar alegres como actitud de vida, más allá de las difíciles y traumáticas circunstancias que el hombre puede llegar a enfrentar en su vida. Las razones últimas de los acontecimientos y las “pruebas existenciales” que el hombre enfrenta quedan en el plano celestial porque escapan la capacidad del hombre de ser comprendidas.
La capacidad de vivir con alegría - supone para muchos – un aprendizaje. El Rabino Zelig Pliskin plantea que la alegría es una cualidad que puede ser aprendida aún en las peores situaciones de vida.
La Tora enseña y da las herramientas espirituales para que el hombre viva con plenitud el tiempo del aquí y ahora - puente que lo transporta a ver la realidad con otra perspectiva – y a entender que hay algo más por lo cual vive el hombre, que los sentidos y el pensamiento racional no pueden explicar.
El judaísmo entiende que cuando hay fe en D´s – Emuná - el futuro y la incertidumbre de lo que pasará mañana deja de tener sentido, empujando al ser humano a vivir el momento presente. La Emuná es un potencial que está en todas las personas y por lo tanto es una capacidad que puede ser desarrollada. Depende de la elección individual de cada ser humano ejercitarla para poder ser expresada.
La tefilá de la mañana, el “Modé Aní”, nos conecta con el creador y con la dimensión de “temporalidad” en la que se basa la experiencia espiritual del hombre en la tierra. Se agradece a D´s el haber regresado al cuerpo y con ello la bendición de estar vivo. El hombre no puede prever el “instante inmediato” al aquí y ahora, y por ello la importancia de reconocer cada momento de vida como un milagro en sí mismo.
Si se pensase en un plano más profundo el “tiempo futuro” sería una materia divina y no una preocupación humana porque la esencia del creador es infinita y eterna mientras que la experiencia del hombre es limitada.
Si el hombre supiese de antemano el futuro: ¿cómo podría tener libre albedrío?, ¿de qué forma sería consciente de sus elecciones y de qué manera asumiría la responsabilidad de sus actos?
Viktor Frankl (1905 – 1997) – neurólogo y psiquiatra judío vienés – sobrevivió el campo de concentración de Theresienstadt y a partir de sus trágicas pérdidas y vivencias dio origen a La Logoterapia, conocida como la tercera escuela vienesa de psicoterapia.
En su libro “El hombre en búsqueda de sentido”, plantea que la primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrar un sentido a la propia vida. Sostiene que al hombre se le puede arrebatar todo, salvo “la elección de la actitud personal …… para decidir su propio camino".
Desde una perspectiva religiosa, el Rebe de Lubavitch, Menajem Mendel Schneerson de bendita memoria plantea algo similar y dice que cuando el hombre reconoce su verdadero objetivo en la vida, los obstáculos se vuelven estímulos y el hombre recurre a sus propias decisiones. El dolor y el sufrimiento revelan el misterio inaccesible de D´s y la mejor respuesta al mismo pasa a ser la acción. Viktor Frankl cita a Nietzsche cuando dice: “Quién tiene un por qué para vivir puede soportar casi cualquier cómo”.
El instinto de vida hace posible que el hombre pueda seguir atado a ella y se pregunte cuál es el motivo por el cual “su tiempo” en este mundo es este y no otro. La confianza en D´s es - para muchos - el alimento espiritual sin el cual el hombre no podría transitar los acontecimientos más desgarradores e inexplicables de miseria y oscuridad.
Nota para el Portal Jai
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