Hace algunos años atrás me encontré experimentando con la pintura. En este proceso de exploración, descubrí el impacto emocional que este espacio de creación generaba en mí.
Así entré en un universo que nunca más abandoné, en el que habito con libertad, curiosidad y asombro. Allí, el impulso espontáneo del trazo y el color, me conecta con una realidad personal, alejada del mundo estructurado en el que discurre gran parte de mi diario vivir.
Al pintar, descargo mis emociones y estados de ánimo sin tabúes, sin miedo al "que dirán". No busco la belleza en mis creaciones. Tampoco la perfección de la estética en su realización. A veces, es tan decepcionante lo que me devuelve el lienzo que inclusive me provoca rechazo. Sin embargo y a pesar de ello, la pintura siempre me revela y desnuda la emoción que me acompaña en esos momentos.

En el ámbito del taller, me suelto a la creación abierta, sin temor al juicio de un ojo crítico que me observe y limite. No dependo de la mirada del otro y de su aprobación para sentir que lo hago tiene sentido. Soy feliz en el "gesto creativo" que repito una y otra vez cuando tomo los pinceles. En ese movimiento audaz encuentro paz y equilibrio.
A pesar de ello, a veces los estados de ánimo conspiran contra esa restauración natural del equilibrio emocional, deteniendo el aliento del flujo creativo. El verdadero desafío reside en encontrar ese destello de luz y energía creadora que se esconde también en los rincones oscuros del alma.

Hace poco leí una cita del artista Carlos Páez Vilaró, que resonó en mí y que dice así:
"El arte no se puede definir ni explicar. Es un chispazo. Así como el relámpago ilumina por un segundo la línea del horizonte y revela el paisaje sumido en la oscuridad, así el artista - alimentado por un misterioso hilo poético - proyecta su luz contra el lienzo, impulsado por un oculto instinto, o deseo de expresarse.....Algo inexplicable y misterioso provoca su aparición, algo que está más allá del cálculo y el presentimiento.....Están las ideas, está el deseo de convertirlas en realidad. La mano es la herramienta más formidable que poseemos para utilizarla y guiarla como respuesta al mando de nuestro instinto. Un pincel, un color y otro color, un fundirse de éstos entre sí, mientras la materia se va descomponiendo en poesía, en transparencias."
Citas extraídas de su libro "Arte y Parte"
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