Las vivencias y experiencias son tan personales como únicas y no se puede traducir en palabras aquello que sólo los sentidos son capaces de percibir y que calan en las profundidades del alma.
Un shabat en Brooklyn es algo especial, te hace “viajar” y “entrar” en el olvido de las preocupaciones cotidianas, dándole un propósito subyacente a la existencia del hombre y del mundo.
¿Cuántas formas hay de vivir la vida?
Estar en Brooklyn es una experiencia singular, que te hace pensar acerca de la vida, la razón del ser y lo que realmente somos. Muchos ven en la conexión religiosa una carencia de fortaleza espiritual, sin embargo la fe bien entendida permite al hombre desarrollar en su interior, algo más que la simple materialidad en la que transcurre gran parte de su vida diaria.
Viajar de Manhattan a Brooklyn es un gran contraste; es como salir del mundo real para entrar en otro - un tanto imaginario -. Pero más que un corte es un puente que permite conectar distintos aspectos de una realidad única aparentemente disociada.
No se puede aprehender la realidad sin antes abrir la mente y ensanchar la comprensión del mundo mirada con otra lupa. Hacer visible lo que a simple vista no es tan obvio. Estar en Crown Heights me dio la oportunidad de sentirme parte de un todo, aún cuando nos podamos ver tan diferentes.
Un mismo contenido espiritual en atuendos corporales que se separan en apariencia. Mujeres con peluca, polleras largas y brazos cubiertos, hombres de sombrero y traje negro, niños con peies y kipot.
La brecha no es estar cerca o lejos de la observancia religiosa, hay algo superior que nos une y que nos hace vibrar como parte de una misma música.
Probablemente muchos se sientan desconectados de mi sentir pero hay una parte de la vida que no se explica a través de la razón simplemente porque el razonamiento lógico no puede hacer eco de todo lo que sucede.
Quizás éste ayude a comprender el cómo pero nunca el por qué.
Las historias más desgarradoras de vida son las que en forma permanente nos confrontan con el desafío de en qué creer y con qué sentido.
¿Se cree de forma natural o se aprende a creer?
Sea como fuere, el shabat tiene un valor en sí mismo al que se puede llegar aún en la duda de la fe. El corazón entiende lo que la razón no puede hacerlo.
Las melodías del alma tienen su propio tono y color – no hay mejores ni peores - es sólo cuestión de hacerlas sonar para lograr composiciones más sublimes.
Nota para el Semanario Hebreo
Fecha de publicación: 2017
Comments