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Entrevista a Martín Gurvich

Hace algún tiempo, en un antiguo café de la Ciudad Vieja de Montevideo, tuve el placer de encontrarme con Martín Gurvich. Durante aquella interesante charla, tuve el privilegio de redescubrir la figura del destacado artista, escultor y pintor José Gurvich (Zusmanas Gurvicius 1927 - 1974) a través de la sensible y aguda mirada de su hijo.


Inmersos en el bullicio del café, la charla nos condujo hacia un espacio diferente y lleno de emotividad. Martín me abrió su corazón, recordando momentos de su infancia, su búsqueda espiritual y el legado de su padre más allá de su obra.


Comparto con ustedes ese enriquecedor encuentro que nos conecta con  la vida, las creencias y el efímero plano terrenal de la experiencia humana.


Martín Gurvich nació el 25 de enero de 1963 y desde temprana edad, acompañó a sus padres en sus viajes por el mundo. Entre 1964 y 1970, la familia realizó una serie de viajes por Europa, Israel y Estados Unidos, país este último donde residieron hasta 1974, año en que prematuramente falleció José Gurvich.


  • Martín, siendo un niño en edad escolar, experimentaste la dura partida física de tu padre.¿Qué recuerdos atesoras de los momentos que compartieron juntos?



Hijo de José Gurvich llamado Martín Gurvich con su padre y su madre Julia Helena Añorga conocida como "totó"
Martín junto a sus padres José Gurvich y Julia Helena Añorga "Totó". Cortesía Fundación José Gurvich
Yo lo recuerdo como alguien muy, muy cálido, de buen humor, social, afectivo, optimista y siempre muy compenetrado con su arte.

Cuando él estaba en el chip del arte cambiaba y no había que molestarlo. Era su profesión y ahí volcaba toda su pasión. Él pasaba muchas horas consigo mismo y en diálogo con sus obras. No era una persona que pusiera tanto tiempo en mi educación porque estaba con muchas cosas. Mi madre era la que se ocupaba de los aspectos más prácticos y terrenales. Mucho, mucho intercambio no teníamos porque yo era muy chico…



Pintura de José Gurvich. Es un collage hecho en óleo y cartón llamado "Ya viene el niño"
Ya viene el niño...,collage 1963, óleo sobre cartón. Cortesía Fundación José Gurvich


cumpleaños de Martín Gurvich, hijo del pintor José Gurvich. es en el kibutz Ramot Menashé en 1965.
Cumpleaños de Martín en el Kibutz Ramot Menashé, 1965. Cortesía Fundación José Gurvich.


es una pintura realizada por José Gurvich que es llama "Cuento para Martín" realizada en 1962, collage sobre madera.
Cuento para Martín, 1962, collage sobre madera 19x46cms. Cortesía Fundación José Gurvich.


  • En 1970, con siete años de edad, llegaste a Nueva York con tus padres. Inicialmente se alojaron en Long Island, en la casa de una familia de origen lituano que les dio acogida. ¿Qué memorias evocas de aquellos años?

Era un mundo bohemio, de arte. Íbamos mucho a casas de artistas, a vernissages, a talleres y venía gente a visitar a mi padre como artista para charlar o comprar sus obras. Era un mundo muy precario en el sentido material. Ahí hice toda la primaria en una escuela en Manhattan.


En el año 1967, antes de irnos para Nueva York, mi padre hizo una muestra en la Comisión de Bellas Artes que tuvo un éxito impresionante y la colectividad quedó vislumbrada con su obra. Fue una muestra de 200 obras espectaculares donde habían óleos, témperas….Mi padre pasó dos años trabajando para esa muestra y vendió muchas obras. Con esa venta logramos vivir un año en Israel, en Europa y creo que el primero año en Nueva York.


la familia Gurvich en Nueva York, 1971. Totó, Martin Gurvich y José Gurvich
La familia Gurvich. Nueva York, 1971. Cortesía Fundación José Gurvich.

Por suerte en Uruguay le vendían algo pero en Nueva York era difícil imponerse como artista y vender. Con el pasar de los años, las ventas en Uruguay bajaron, el país estaba en otra situación política y no creo que se vendiera demasiado arte. En Nueva York no era conocido y entonces llegó un momento que tuvo que buscar trabajo. Consiguió un puesto en una fábrica donde se hacían obras (pinturas) en serie, y pidió que lo pusieran en cualquier lado menos a pintar. Estuvo en la parte de empaques, donde llegaban las obras una vez terminadas. Ahí trabajó unos meses y mi madre tuvo que trabajar como limpiadora en la escuela donde yo iba en la tarde.


En Nueva York, conoció a un marchand, un hombre de galería y de negocios muy influyente que se llamaba Joachim Aberbach. A través de esta persona, el panorama profesional empezaba a aclarar, nuevas puertas comenzaban a abrirse y también la realización de una muestra en el Museo Judío de Nueva York. Se enviaron las obras desde Uruguay y el día que salieron de la aduana, fue el día que mi padre tuvo el ataque al corazón. Fue muy trágico el destino y la muestra no se hizo.


Le temía a la muerte y su afán era dejar su impresión digital suficientemente fuerte como para vencer a la muerte, al olvido, a la nada. Una obra que testimoniara su amor a la vida, a la familia, a la amistad, a su fin supremo: el arte”. Julia Helena Añorga “Totó” (Fuente: Museo Gurvich/website)


Mi madre se trajo todo de vuelta para Uruguay. Y empezó de nuevo la lucha. Este fue el período más difícil de mi vida porque mi madre estaba mal, económicamente no estábamos bien, estaba la dictadura militar y comparado con Nueva York era como estar en otro Universo.


Mi madre era una persona con un carácter muy fuerte que sacrificó su vida y su profesión, era profesora de historia, para acompañar a Gurvich. Para ella fue el amor y la razón de su vida. Mi madre era católica pero no muy practicante.


Tanto Gurvich como ella eran muy liberales, mi padre por convicción y mi madre por educación. Era una gran “fan” por la historia y de una gran apertura hacia al mundo.

Después que mi padre falleció lo siguió defendiendo, era como la admiradora número uno de Gurvich como artista. Como ser humano había cosas que le gustaba, y otras que no como todo matrimonio. Sin embargo del punto de vista plástico lo idealizaba. Para ella era “el mejor”, “el artista” y por eso lo defendió tanto.