Entrevista a Myriam Zini
- Ilana Lamstein
- 23 may
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 25 may
La obra de Myriam Zini refleja una naturaleza multifacética que atraviesa distintos continentes, lenguajes y paisajes. Su arte se compone de retazos de culturas, memorias nómadas y geografías afectivas que se mezclan en ricas creaciones.
Con ojo crítico aborda temas álgidos sobre el comportamiento humano y su forma de accionar, a la vez que explora sus propias luces y sombras para generar obras con cuerpo y sustancia.
Esta entrevista nos acerca a una artista sin fronteras, abierta a la curiosidad y a la experiencia humana.

¿Qué nos podrías contar de tu infancia en Marruecos y de la riqueza cultural que embebiste en tus primeros años?
Mi infancia en Marruecos está impregnada de recuerdos sensoriales: el té de menta, el pan caliente, las especies, los colores y olores en el zoco (mercado tradicional) y en la Ciudad Vieja.
Crecí en una familia judía marroquí, donde las tradiciones sefardíes se entrelazaban armónicamente con la rica cultura beréber e islámica. Una gran parte de mi familia vivía en el exterior, Francia, Israel, Canada, España. Mi madre era de la primera generación de médicos formados en Marruecos, y una de las primeras mujeres a ejercer esta profesión en el pais. Creo que mi arte se ha nutrido de estos y otros múltiples cruces culturales, pero sus raíces están seguramente en aquellos primeros años en Marruecos, y los contrastes cromáticos de mi paleta reflejan la paleta de mi pais natal.
¿Sentís que algo de este mundo se ve reflejado en tu trabajo artístico?
Mi trabajo artístico es como un espejo donde convergen todos los mundos que he habitado. La experiencia de ser judía en un país mayoritariamente musulmán me enseñó desde pequeña a habitar los espacios intermedios, las fronteras culturales y este existir "entre mundos" se manifiesta en mi modo de ser y actuar, como en mis obras y instalaciones. Las identidades no son jaulas sino puentes.
El contraste entre mis múltiples pertenencias culturales —lo judío, lo marroquí, lo francés, lo latinoamericano ahora— genera una tensión interna productiva como un mosaico en constante remodelación.
¿Qué elementos externos o internos consideras que son los más sensibles para ti y disparadores de tu producción?
Los temas sociales han sido a raíz de varias series, como « Caminho das pedras » y « Hoteles del crack » (drogas) y «Lacrimógeno » (manifestaciones).
Mi investigación se centra en la poética de la ausencia, las ruinas del mundo contemporáneo, los paisajes humanos descuidados y los espacios vacíos.



¿Te sentís libre creando o en la exteriorización de tus emociones buscas que estas resulten “estéticamente atractivas” para otros?
Los trazos enérgicos y la aplicación espontánea de pintura, con pinceladas expresivas y superpuestas, hablan de momentos de absoluta libertad donde mi mano sigue el impulso sin restricciones. Sin embargo, en otro momento del proceso, viene el tiempo de reflexionar sobre el color, la composición, y es hora de pensar, dejar de reposo y con nuevas capas caminar hacia una obra mas densa y rica.
Mis obras no buscan complacer superficialmente, hablan de temas que me importan, pero tampoco rechazan la belleza.
¿Cómo definirías tu arte y cuál fue tu recorrido en este universo?
Empece en Paris por clases de modelo vivo en dibujo y pintura en « les Beaux-Arts » y seguí con clases de copia. Ya cuando llegué a Brasil me anoté en una escuela de Artes y cuando terminé en 2010, pasé a tener mi taller y a considerarme artista. Pero siempre participando de talleres y otros lugares de intercambio con artistas. Integré un colectivo, di talleres teóricos y prácticos, participé de Salones y exposiciones.
En Uruguay, tuve que empezar de zero, tejer nuevos vínculos, hago parte de la Fundacion de Arte Contemporáneo/FAC desde 2017 en donde tengo mi taller.
¿Hay alguna técnica en particular en la que tu espíritu experimente esa libertad creativa, donde lo inimaginable surge en la consciencia del ser?
La pintura, en el momento en donde se libera, es para mi este campo de experimentación y libertad. La textura, los aguados, la tinta, los pinceles, broches y otras herramientas son como un torbellino en donde uno entra y sale después de haber pasado por un camino poco lineal, resbaloso y placentero-doloroso a la vez.
¿Consideras alguna de tus obras como un momento de inflexión artística a partir de la cual te lanzaste a explorar otros terrenos en tu proceso de creación?
Considero que mi obra "Horizontes", presentada en 2024 para el Festival Campo Art Fest en Pueblo Garzón, representa un claro momento de inflexión en mi trayectoria artística. Esta instalación marcó la primera vez que trabajé la pintura como una "pintura expandida" en forma de instalación site specific de gran formato, superando los 6 metros de largo. Lo que hace que esta obra sea un punto de inflexión es que me permitió trascender los límites tradicionales del lienzo para explorar nuevas dimensiones espaciales. A través de "Horizontes" pude materializar conceptos como la migración, el tránsito y la transformación de una manera más envolvente y tridimensional, donde cada fragmento funcionaba como un horizonte propio, difuminando las fronteras entre lo conocido y lo incierto.

La relevancia de este giro creativo se confirmó cuando decidí reinstalar esta obra en marzo de 2025 en un contexto completamente distinto: la pared de piedra de la sinagoga NCI, como parte de mi exposición "Ola Expansiva". Esta recontextualización demuestra cómo este nuevo lenguaje artístico que descubrí se ha convertido en una herramienta expresiva que puedo adaptar a diferentes espacios, permitiéndome explorar nuevos territorios en mi proceso creativo.

¿Consideras que tu identidad judía está impregnada o se trasluce de alguna forma en tu obra?
No creo, por lo menos no de forma consciente. Creo que se refleja allí mi transitar entre culturas, mi nomadismo.
El año pasado, presentaste tu obra "Folded Landscape #1" en el 61° Premio Nacional de Artes Visuales - Clever Lara, donde obtuviste el Premio de Pintura Julio Alpuy. ¿Podrías compartir con nosotros más detalles sobre este trabajo y qué significó para ti recibir una distinción tan importante?
Este trabajo fue expuesto por primera vez en la Alianza Francesa de Montevideo en la exposición « Zone(s) de contact » en donde, tomando como punto de partida las impactantes imágenes de vertederos de ropa del fast fashion en el desierto de Atacama, la obra invitaba a reflexionar a través de un paisaje de colores vibrantes: la belleza cromática se ve enfrentada a una toxicidad latente, casi radioactiva, como una metáfora de nuestra sociedad consumista.

A tu entender; ¿es necesario explicar el arte que se observa para movilizar al espectador ?
Para mi, el arte, incluso cuando puede comunicar sin explicación, suele enriquecerse con las capas de significado que la contextualización aporta, a través de títulos sugerentes, de informaciones sobre la técnica y el año, de pequeños textos o conversaciones.
Por eso a través de mis emprendimientos Art Experience Uruguay y Montevideo Côté Art, intento abrir puertas organizando visitas guiadas con la presencia cuando es posible de los artistas y/o curadores, para multiplicar las interpretaciones, hacer descubrir capas de significado que enriquecen la experiencia inicial, dar explicaciones que funcionan como un puente adicional que permite al observador conectar su propia experiencia con contextos que tal vez desconoce.
Creo que el arte es un enorme generador de preguntas y disparador de cuestionamientos, que deja el campo abierto, sin ofrecer respuestas. Para pensar
¿Qué mensaje te gustaría transmitir a aquellos que en su afán de búsqueda no logran materializar su deseo creativo?
Guardar en mente que el proceso es tan valioso como el resultado, que buscar ya es crear y que buscar significa cuestionar y cuestionarse, ser curioso, abierto, conectarse, dialogar y dar lugar a la experimentación y a lo inesperado.
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