En cada rincón del mundo hay una historia que merece ser contada. Esto es algo que me apasiona y me conecta con lo que esencialmente somos; seres creadores en permanente evolución.
Ser partícipes de acciones, involucrándonos con la comunidad en aquello que sabemos y podemos dar nos abre un espacio infinito de oportunidades de crecimiento personal y profesional.
El fin de semana pasado, tuve el placer de participar en una actividad solidaria en la Escuela 359 "Ana Vinocur” en el barrio Bella Italia.

Ana Benkel de Vincour, sobrevivió el campo de exterminio de Auschwitz y llegó al Uruguay en 1947, haciendo de este querido país su segundo hogar. Ana fue un símbolo de resiliencia, un ejemplo de fortaleza y amor a la vida a pesar del horror vivido.
Continuando con su legado, realizamos junto al Taller del Pez, en el que participo como alumna, una intervención artística en el espacio-comedor en donde los niños diariamente reciben sus comidas y disfrutan de recreos.
Fue un proceso de creación en donde los chicos, a través de la voz de sus “delegados”, eligieron los personajes que finalmente quedaron plasmados en este trabajo colectivo.
Felices de haber aportado nuestro granito de arena dando calor y color a un espacio compartido por todos.
El valor del quehacer solidario nos nutre de historias de vida, de ilusión y esperanza.
Gracias a la Fundación Escuelas Vinculadas por hacer posible este aporte a la comunidad.

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